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¿Qué factores determinan el éxito que tendrá algún proyecto emprendedor?, reflexionó el Mtro. Omar Zepeda, miembro del Entrepreneurship Developement Program del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) el lunes 23 de abril en el Salón de Seminarios Emilio Rosenblueth, del Instituto de Ingeniería.

El MIT ha sobresalido debido a su cultura del emprendimiento, donde más de 30 mil emprendedores generan ventas anuales que los podrían colocar como la economía número 11 del mundo, y que se basa en una “cultura de romper las reglas”.

Para entender el tema es necesario hablar de “cultura”, pues según el ingeniero en computación y maestro en administración por la UNAM, se refiere al conjunto de creencias, costumbres, valores y conductas de una sociedad o grupo determinado. La cultura se aprende en interacción social con otras personas y se comparte mediante la enculturación (proceso mediante el cual se aprenden normas, roles y conductas adecuadas a cada sociedad).

“La cultura se transmite con una socialización formal e informal a través de generaciones” y eso es algo en lo que se ha esforzado el MIT, en trabajar con una cultura muy amplia, a pesar de contar con una población que no es de las mayores entre las instituciones de educación superior, que oscilan entre 20 y 30 mil alumnos.

La situación que el maestro Zepeda describió consistió en el desafío de capacitar artesanos para mejorar sus técnicas de diseño y acelerar sus procesos productivos. La audiencia mencionó que la problemática para este proyecto de emprendimiento era en sí la perspectiva de negocio que existe en el entorno artesanal.

Para hacer el cambio a una visión de cultura organizacional, se tienen que fijar normas, valores y creencias. Lo anterior trae consigo un desarrollo cultural. En el MIT hay un ambiente relajado pero intelectual y trabajador.

Una de las bases que maneja el MIT es el useful knowdledge (conocimiento útil), idea descrita por William Barton Rogers, presidente fundador del Instituto, quien creía que la educación debía ser extensa y útil, para que permitiera a los alumnos participar en la “cultura humana de la comunidad” y así poder aplicar el conocimiento para el beneficio de la sociedad. Puso énfasis en el “aprender haciendo”, al combinar la educación profesional con la liberal, y de esa forma, apreciar el valor del conocimiento útil, que continua siendo la misión principal del MIT.

El equipo de ensueño

Según la filosofía del MIT, hay tres personas que son indispensables para emprender un proyecto exitoso: el hípster, el hacker y el hustler.

El hípster es el contador de historias, maneja todos los temas y todos le creen. Es un buen vendedor. En el emprendimiento, se requiere ser un buen storyteller, pues como afirma el Mtro. Zepeda, “en la innovación, hay que vender historias que no se han construido”.

El hacker es el experto en tecnología y computación. Probablemente se encuentre la mayor parte del tiempo sentado, pero también es el indicado para responder a todas las preguntas sobre “cómo” una idea nueva o iniciativa puede ser traída a la realidad.

Y el hustler, posiblemente el menos comprendido del trío, pues él hace funcionar las cosas para que el producto o servicio sean lo mejor posibles. Comenta al hacker “es bueno, pero, ¿es lo que necesitan nuestros clientes?” y también motiva al hípster. Él es quien hace lo posible para el financiamiento del producto que será repetible y escalable.

 

Los rompe-reglas

En el MIT tienen bien entendido el concepto de “romper las reglas” que no significa hacer algo ilícito, sino que implica hacer realidad algo que se piensa no puede ser. Tienen un lema popular: “No ganarás un Premio Nobel por hacer lo que te dijeron que hicieras, lo ganarás por cuestionar a la autoridad”. Según Omar Zepeda, el rector del MIT es quien fomenta y desafía a los estudiantes a ser atrevidos.

Algunas particularidades del Instituto son su “evento de hacking” o su “certificado en piratería”. El éxito en los programas de emprendimiento en el MIT no se explica porque sus estudiantes sean más inteligentes que los de otras instituciones de alto rango, ni porque tengan acceso a tecnología de punta para emprender sus proyectos, la verdadera razón de su éxito es la combinación entre espíritu y habilidades.

Los estudiantes del MIT se ven a sí mismos como piratas y marinos. Tienen el espíritu del pirata que se atreve a navegar en busca de nuevos tesoros y las habilidades de un miembro elite de las fuerzas armadas. Con esas dos características los estudiantes adoptan una actitud de “Yo sí puedo hacerlo” o “Yo también puedo”. “Es una extraña combinación entre ambición y colaboración, porque para que yo prospere, tengo que crear un ambiente de prosperidad”, comentó el Mtro. Zepeda.

Al concluir con la plática, el maestro resaltó que lo que hace “la diferencia es la actitud y en un ambiente de prosperidad es más probable que yo me levante de un mal momento”.