​​​​

notaOrdaz.jpg 

“El factor clave para el riesgo sísmico en México son los suelos, si existiera otro tipo de suelo, el nivel sísmico sería mucho más bajo” mencionó el Dr. Mario Ordaz Schroeder, Investigador Titular de la coordinación de Ingeniería Sismológica del Instituto de Ingeniería de la UNAM.


En nuestra emisión de IINGENLIVE, el investigador mencionó que existen dos tipos de suelos, los que alguna vez fueron agua -los suelos blandos- y las partes que nunca estuvieron “mojadas” -los suelos firmes- en los cuales no hay problemas sísmicos ni de cimentación, en comparación con las zonas donde alguna vez existió un lago.


El doctor también explicó que las normas de construcción de la Ciudad de México tienen mucha longevidad, es decir, si un edificio fue construido en 1970 el propietario no tiene la obligación de seguir las normas establecidas en 2018 debido a que se construyó en otra temporalidad y bajo otras normativas.


Entre los datos duros que arrojó Schroeder, se habló del daño acumulado en las estructuras que se vieron afectadas en 1985 y 2017, ya que 43 de las 44 estructuras que se cayeron en 2017 estaban desde 1985, es decir, resistieron el temblor de ese año, pero ocurrió el de 2017 y los terminó destruyendo.


“Se ha desarrollado un sistema de monitoreo de estructura, que es como tomarle la presión, midiendo debilidades y vibraciones en dicha estructura. Con estos medidores es con los que el gobierno podría decidir con premura si un edificio se debe o no demoler, ya que los edificios tienen un ciclo de vida y hay que deshacerse de los que ya no son seguros”.


“Entre 2004 y 2017 se registraron muchos sismos. Los cambios en las normativas no dependen de la existencia de un sismo, simplemente se modificó gracias al conocimiento acumulado durante el transcurso de los años” comentó el doctor al ser cuestionado acerca de los factores que determinan los cambios en las normatividades de construcción en la ciudad. 

Aunado al tema de las nuevas normatividades, Schroeder destacó que las nuevas normas obligan a que el diseño de edificios altos en las zonas bajas requiere que se haga un modelo más específico, con simulaciones de temblores a base de acelerogramas.

Para Schroeder, una manera de determinar la salud de las estructuras es analizar los mapas de movimientos. Si el edificio no está en la zona de lago, el daño es menor y la estructura no tendrá grandes demandas, pero hay otros factores de indicación como hundimientos, agrietamientos y la posibilidad de que el edificio se golpee con otros que estén junto a él para hacer una determinación. 

Si no existen estos indicios claros, la manera más efectiva de determinar los riesgos es través de la contratación de expertos de la iniciativa privada.

“Nuestra mejor herramienta para mitigar el riesgo sísmico es la normatividad, si nos acostumbramos a tener un buen diseño de edificios, libres de corrupción, se puede reducir el riesgo sísmico, se necesitan tener construcciones más seguras y mejor vigiladas, que el gobierno del Estado nos de seguridad de que se estén cumpliendo estas normatividades” concluyó el ingeniero.

​​

 

​​