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En el artículo 4 de la Constitución Mexicana se reconoce el derecho humano al agua: “Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible”, por tal motivo es fundamental reflexionar acerca de la disposición de este recurso que tienen las familias mexicanas, en especial en un contexto de pandemia, explicó el Dr. Fernando González Villarreal, investigador del Instituto de Ingeniería. 

En el Conversatorio “Agua y Covid-19. Reflexiones para una nueva normalidad en el sector hídrico”, organizado por Red del Agua UNAM, se consideró cómo las redes de agua impactan directamente en el bienestar de las familias, la economía, el sector salud, en temas de género y en la privatización de los servicios de agua. Los ponentes se cuestionaron cómo resolver los problemas hídricos desde la academia. 
Desde la perspectiva del Ing. Arturo Palma Carro, de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento (ANEAS) y la Asociación Mexicana de Hidráulica (AMH), es un gran reto tener políticas públicas adecuadas acorde a las necesidades del país. También señaló que la asignación de un presupuesto apropiado a los organismos operadores facilitaría llevar a cabo proyectos para ampliar la cobertura de distribución del agua en un 100%, cubrir el abastecimiento universal y ofrecer agua de calidad a toda la población. 


La especialista en temas de instituciones y gobernanza del agua, Delia Montero Contreras, investigadora de la UAM Iztapalapa, expuso que el consumo de agua embotellada se ha duplicado durante la emergencia sanitaria y su costo impacta directamente en las familias mexicanas con menores ingresos. Indicó que los altos consumos de agua envasada aumentará en los siguientes meses debido a la desconfianza del agua entubada. 
De igual modo se cuestionó sobre cómo cambiar las formas de consumo, ya que es un hábito que tienen los mexicanos desde hace 30 años que va a ser difícil revertirlo, aseguró. “Se necesitan políticas públicas que informen sobre la calidad del agua y poco a poco se de el desdoblamiento hacia una forma distinta de uso. Deberían hacer publicidad para incentivar a la población a la limpieza de tinacos, cisternas e implementación de sistemas de potabilización, para que reduzcan el gasto en agua embotellada”.

La participación de Carolina Escobar Neira, del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), se basó en enfatizar la relación de los derechos humanos ligados al acceso al agua. “La brecha que existe del acceso al agua, en cantidad suficiente y en la calidad óptima, es todavía muy grande y esa situación incrementa los riesgos sanitarios y las desigualdades sociales”, afirmó, “hay comunidades en las que no hay absolutamente nada de agua, y hay otras en las que el tandeo es esporádico y escaso, y eso genera problemas de salud”. 

Del mismo modo, Brenda Rodríguez Herrera, perteneciente a la Red de Género y Medio Ambiente (RGEMA) y a la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua (COMDA) explicó cómo afecta la falta de agua a los problemas de género durante la pandemia. Informó que la mayoría de la responsabilidad de las labores domésticas recae en las mujeres, pues son ellas quienes se encargan del cuidado del hogar, y en cuestión del agua, son las designadas para gestionar, distribuir y mejorar la calidad de este recurso para toda su familia. “Se tiene que mirar la gestión del agua desde una visión de derechos humanos, equidad de género, sustentabilidad y accesibilidad”, expresó. 

Por otro lado, la Dra. Ana Cecilia Espinosa García del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) de la UNAM, aseveró que la pandemia puso en alerta los sistemas de salud de todos los países, pues indicó que aún faltan muchas investigaciones dirigidas a la presencia de virus, bacterias, químicos y contaminantes emergentes en el agua, que pudieron hacer la diferencia en el número de contagios.  “Se tienen que hacer estudios multidisciplinarios para el monitoreo de los sistemas de agua, así como analizar los estándares de calidad para que ofrezcan mayor confianza a los usuarios”, puntualizó.  

Para terminar las ponencias, el Dr. Adalberto Noyola Robles, del Instituto de Ingeniería (IINGEN) de la UNAM, concluyó que en México hubo grandes logros en los últimos 30 años, pero que todavía hay 7 millones de personas que no reciben agua potable. Indicó que las agendas políticas deberían de estar enfocadas en el mejoramiento de la red de saneamiento ya que sólo el 34% de los municipios tiene una planta de agua de tratamiento. “Un sistema de agua y saneamiento de calidad reducen las enfermedades, y el acceso al líquido es un factor para salir de la pobreza”, determinó.