Al iniciar el Homenaje al Ing. Daniel Ruiz Fernández, la Dra. Rosa María Ramírez Zamora, directora del IIUNAM, comentó que el ingeniero fue el cuarto titular de esta entidad académica, y señaló que es y ha sido una referencia a nivel internacional.

El IIUNAM es el Instituto de investigación en ingeniería más importante del país. Hemos estado a la altura del reto que planteó la construcción del México de la segunda mitad del siglo XX. Se adaptaron tecnologías, s​e generó normatividad y se cultivaron las ciencias de la ingeniería con una intensidad sin precedentes; el Ing. Ruiz Fernández contribuyó a definir un estilo de hacer investigación en el que el rigor académico y la utilidad van de la mano.

Sirva este sentido homenaje póstumo como un recuento de su legado -afirmó la Dra. Ramírez Zamora- en presencia del Dr. William H. Lee Alardín, Coordinador de la Investigación Científica y representante del Rector Enrique Graue en el evento.

 Al tomar la palabra, Roberto Ruiz Vilá agradeció este homenaje a su padre. Narró la forma en la que la familia Ruiz Fernández, tuvo que salir de España durante la guerra civil española, acontecimiento que transformaría sus vidas. Dijo que la familia arribó a México en enero de 1942 a una casa ubicada en Santa María la Ribera, y gracias a la imaginación, a la constancia y al trabajo familiar lograron salir adelante.​

Subrayó que, después de 70 años de actividad profesional, todos los proyectos en los que participó su padre, fueron con ingenieros y arquitectos mexicanos, desarrollados con gran profesionalismo, imaginación y entusiasmo para contribuir al desarrollo de la infraestructura de nuestro país.

Por su parte, Ana María Ruiz Vilá nos permitió conocer la parte familiar del ingeniero. Comentó que sus padres se casaron en 1952, tuvieron cuatro hijos, dos nietos de cada uno de los hijos, y a sus 93 años disfrutó de sus seis bisnietos, ahora casi siete.

Mi padre -dijo- solía ir a casa del ingeniero Javier Barros Sierra a escuchar música clásica, sus compositores favoritos eran Bach, Hendel y Beethoven, pero también gustaba del flamenco y de la zarzuela. Era aficionado a los autos y a las competencias de la Fórmula 1 a la que solía asistir, era muy bueno jugando dominó.

Disfrutó viajar por Europa visitando todos los museos para admirar las grandes obras, comiendo helados y fumando su aromático puro acompañado de un buen chinchón.

Murió a los 93 años. Fue el pilar de la familia, nos dejó el legado de siempre predicar con el ejemplo y de actuar con cabeza, generosidad, rectitud, constancia, compromiso y lealtad, pero sobre todo humildad.

Daniel Ruiz Fernández fue un profesional de excelencia en lo técnico, en lo moral, en lo ético, en lo cultural, en lo intelectual y en lo político, afirmó Javier Jiménez Espriú. Quienes recorrimos con él un tramo del camino con propósitos comunes, forjamos con Daniel, de quien aprendimos mucho de su congruencia vital, lazos estrechos de amistad, admiración, reconocimiento y afecto. ¡Que grato es este homenaje! Podemos reiterarle -válgaseme la expresión-, así sea de manera póstuma, nuestro respeto y nuestro recuerdo imperecedero.

Posteriormente, el ingeniero Carlos Slim Helú, quien no pudo estar presente en el evento, envió un video que grabó para esta ocasión en el que comentó que tuvo el privilegio de ser alumno de Ruiz Fernández en 1959. Años después lo trató como investigador, funcionario público e ingeniero en una empresa privada, en todas estas actividades siempre aportó de manera extraordinaria. Subrayó que, a pesar de tener un puesto importante, Ruiz Fernández siempre mostró ser un hombre sencillo. Un gusto este reconocimiento para personajes como Daniel.

José María Riobóo Martín aseveró que muchas fueron las obras en las que participó Daniel Ruiz, desde la construcción de La Merced, el Hipódromo, incluyendo las complejas obras olímpicas como el Palacio de los Deportes para las Olimpiadas del 68; con él se construyeron más espacios educativos que en toda la historia del país. Apuntó que Daniel fue un hombre de grandes retos, fue dejando huella sobre las obras, sobre las personas que lo conocimos. Hoy nos deja un legado, no sólo el amor por la ingeniería estructural sino sus principales experiencias. Te extrañaremos siempre.

Francisco de Pablo Galán relató que lo conoció al terminar la licenciatura, la primera impresión que me dio -afirma- fue de una persona amable, de trato sencillo, profesional, serio y comprometido con su trabajo, desde entonces iniciamos una amistad que duraría toda la vida. Eran notables y originales las propuestas que se le ocurrían para mejorar los procedimientos constructivos de las obras como fue el techo de la alberca olímpica. Daniel forma parte de la generación que a partir de los 50 da un fuerte impulso a la ingeniería mexicana.

Durante su participación, Jorge Castoló Domínguez dijo que: Al ingeniero Ruiz Fernández le conocí una frase que me marcó profesionalmente toda la vida. Él decía que no hay una auditoria que no sea constructiva. Atendía los asuntos administrativos con información veraz y oportuna para la toma de decisiones, su liderazgo, trato fino y amable, le valieron ganarse el reconocimiento y respeto de todos. Además, siempre estaba al pendiente del pago oportuno a los contratistas, lo que nos permitía exigirles el cumplimiento en tiempo y forma de las obras, alcanzábamos las metas y en varias ocasiones las superamos.

Francisco García Jarque subrayó que es un honor participar en este emotivo homenaje para un personaje como el Ing. Daniel Ruiz Fernández, quien por lo que vivió en su niñez y juventud, en su maravillosa productiva etapa de vida y por la tranquilidad que vivió en el reflejo del atardecer de su existencia, es un ser vivo excepcional en nuestra memoria.

García Jarque continúo: Tenía la cualidad de ser amable, en las reuniones de trabajo nos percatábamos de sus amplias virtudes, emitía juicios, órdenes y conclusiones que invariablemente permitían obtener soluciones óptimas, sabía escuchar, sus comentarios siempre eran precisos y objetivos. Fue un ser único a quien siempre recordaremos.

Al tomar la palabra Juan Manuel Espinosa Aranda recordó que: Después del temblor del 85 hubo la necesidad de mejorar los instrumentos para contar con datos precisos y poder hacer investigación en este campo de la ciencia, aquí, la visión y talento de Don Daniel Ruiz Fernández tuvieron mucho que ver; se organizó un grupo que estaría a cargo de la operación de los instrumentos que estaban llegando al país. También, se establecieron estatutos donde nos comprometíamos a hacer públicos estos datos. Al compartir la información de las mediciones se potenció tanto la investigación como la mejora de las normas de construcción en México. Ruiz Fernández apoyó el desarrollo tecnológico para recuperar los aparatos antiguos que nos habían donado, no había dinero para comprar nuevos, con la reconstrucción de estos aparatos se pudo poner en servicio la red de acelerómetros, que hoy día es un sistema de alerta. Años más tarde, promovió la instalación del Centro de Instrumentación de Registro Sísmico, mismo al que le otorgaron en 1995 una distinción internacional por ser un sistema de alerta sísmica para apoyo a la población, pionero en el mundo. Fue una gran oportunidad contar con sus opiniones, sus consejos.

Por su parte, Gerardo Suárez Reynoso enfatizó que Daniel Ruiz Fernández perteneció a la generación de mexicanos y mexicanas que en la segunda mitad del siglo XX construyeron lo que hoy día es el México moderno. Don Daniel me pareció, cuando yo era niño, un hombre serio, que impactaba, pero siempre tuvo una palabra amable para todos los que estábamos cerca de él.

Creo que el sismo del 85 nos marcó a todos porque nos mostró lo complejo que es el fenómeno sísmico, lo difícil que es el diseño de estructuras en estos suelos de la CDMX. Fui invitado al subcomité de normas que era parte del comité de reconstrucción cuya primera tarea importante era la emisión de un reglamento de construcción de emergencia para atender futuras necesidades en caso de un nuevo sismo. Recuerdo a Daniel siempre preocupado, inquieto y buscando preguntas, ¿realmente sabemos lo suficiente para dar información real, verídica, útil a los ingenieros estructuristas? es algo que le aprendí, me hacía dudar, creo que eso fue una gran enseñanza, por su cuestionamiento, por su agudeza y por su talento ingenieril. Siempre estuvo preocupado por proteger a la población y la instalación de la alerta sísmica es muestra de ello. Felicito a la Familia Ruiz Vilá por este homenaje tan merecido a su padre.

La última participación fue la de Antonio Alonso Concheiro quien inició diciendo que Mi querido profesor, sin duda, uno de los grandes héroes de la ingeniería mexicana. Daniel fue un gran ser humano y lo fue en toda la extensión de la palabra. De él aprendí que en la toma de decisiones y la solución de conflictos se puede ser firme pero suave, justo pero prudente. Fue él junto con Emilio Rosenblueth quienes cambiaron el rumbo de mi trayectoria académica y hasta mi profesión.

Consulté a Daniel Ruiz cuando estaba organizando mi año sabático y él era presidente del Consejo de la Fundación Barros Sierra, me propuso que ocupara el puesto de director de esta Fundación, pensé que su solicitud se debía a que seguramente ni él, ni el consejo, sabían que yo no tenía la más remota idea de lo que es la prospectiva y por eso me invitaban a dirigir una institución que se dedica a ella.

Agradecí la invitación y confesé mi total ignorancia sobre el tema, él ni se inmuto y me dijo que estaban conscientes de ello y fue cuando me lanzó una pregunta sorpresiva ¿sabes leer?, pensé era una pregunta capciosa, entonces él dijo: la Fundación tiene una buena biblioteca con textos sobre prospectiva y sabiendo leer puedes aprender cómo se estudia el futuro; no me dio margen para revirar y en cinco minutos cambió mi vida. Ese fue el inicio de un larguísimo año sabático por el que todavía hoy, más de 30 años después, sigo vinculado con la fundación Barros Sierra y sigo tratando de aprender a estudiar futuros.

Repito, Daniel Ruiz Fernández fue uno de los héroes de la ingeniería nacional y como tal debemos recordarlo; deberíamos de tener un salón de la fama de la ingeniería mexicana donde se le honrase de manera permanente junto con aquellos personajes que, como él, han contribuido de manera notable a la ingeniería de México.

Los que asistimos al evento, de manera presencial o remota, disfrutamos enormemente este merecido homenaje a Don Daniel Ruiz Fernández y agradecimos profundamente el tiempo, esfuerzo y cariño que le dedicó Francisco José Sánchez Sesma a la preparación del mismo.

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